Este hábito tan común, llamado científicamente onicofagia, es uno de los trastornos más frecuentes en la infancia. Si bien puede ser considerado como una conducta inofensiva, es necesario tratarla a tiempo y así evitar que este hábito perdure en el tiempo y traiga consecuencias negativas a quienes la practican.

Es muy importante considerar que esta conducta de carácter mecánico, inconsciente y difícil de controlar, muchas veces puede ser una señal de que algo está pasando (red flag), lo que hace importante atenderla.

¿Por qué aparece?

Las causas más comunes suelen ser ansiedad o estrés, producto de acontecimientos emocionales difíciles o dolorosos, tales como cambios de jardín/colegio/casa, perdida de algún ser querido, separación de padres, llegada de un nuevo hermano/a, bullying, entre otros.

Ahora bien, también existe la posibilidad de que esta práctica pueda aparecer por imitación (alguien de la familia también lo hace) e incluso por aburrimiento, por lo que esto sería lo primero que habría que descartar.

¿Por qué es importante eliminar esta conducta?

Si bien podemos hablar de diferentes “grados” de severidad (determinados por la cantidad de tiempo que lleva el/la NNA mordiendo sus uñas, frecuencia e intensidad con la que lo haga, etc.), existen riesgos asociados a la onicofagia, tales como, heridas locales, verrugas, la aparición de hongos o infecciones en las uñas o en la piel que la rodea; situaciones que no solo pueden provocar mucho dolor, sino que pueden traspasarse a otras partes del cuerpo y eliminarlo puede necesitar tratamientos invasivos. También puede alterar el crecimiento de las uñas (por lesiones de la cutícula o deformaciones), desgastar los dientes o incluso, en casos muy graves, alterar su alineación, afectando la mordida…

Otra repercusión muy importante de mencionar es el efecto que pueda tener en su desarrollo socioemocional; estéticamente la onicofagia resulta desagradable a la vista y esto tiene un impacto social negativo, pudiendo ser un factor de rechazo o burla entre pares, afectando directa y considerablemente en la autoestima y seguridad del NNA.

¿Qué podemos hacer para ayudar?

Primero que todo evaluar la situación! Tratar de buscar alguna razón que lo explique (causa) y trabajar desde ahí, eliminar ese factor estresor. Mientras antes se corrija, mejor será el pronóstico y menores los daños que se pueden producir.

Recordar que esta conducta puede estar asociada a un componente emocional, por lo que debemos reforzar la contención y entregar herramientas de expresión emocional para que así apliquen otras “vías de escape” en relación a lo que están viviendo.

Ojo! Nunca prohibir ni obligar a un NNA a detenerse ni menos castigar o amenazar con consecuencias negativas, ya que esto solo provocaría un aumento de la ansiedad y, por consiguiente, un aumento de la conducta.

Con paciencia y constancia podemos ayudar a nuestros NNA. Es importante explicar con calma y con un lenguaje adecuado a la edad el daño que se producen, motivar con refuerzo positivo, transformar el desafío en algo lúdico, realizar otras actividades que lo distraigan, etc. Mantener la zona bien cuidada también es importante, uñas con corte adecuado y sin cueritos visibles, podría ser útil para evitar la tentación de morder.

No se recomienda el uso de esmaltes con “mal sabor” generalmente utilizados, ya que estos pueden ser tóxicos y perjudicar aún más la salud de nuestros niños/as.

Si la situación persiste, acudir a un especialista.

Ps. Francisca Fernández

Ps. Francisca Fernández

Psicóloga

Estudié psicología en la Universidad Diego Portales, realicé un diplomado en Neuropsicología Infantil de la Universidad Católica y un magíster en Neuropsicología Clínica en la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla. Tengo experiencia en el área educacional y en sicología infantil.